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¿Qué es un cometa: Guía completa?

El telescopio Hubble descubrió el núcleo de cometa más grande ...

En la vasta y enigmática inmensidad, los cometas han cautivado la fantasía de las personas desde épocas muy antiguas. Esta misteriosas masas celestes son una parte fundamental de nuestra galaxia y aportan datos importantes sobre su génesis y evolución. Un cometa es un cuerpo astral compuesto primordialmente de hielo, polvo y diminutas partículas de roca. Cuando se aproximan al sol, muestran una impresionante cola resplandeciente, resultado de la transformación del hielo en gas.

Composición y edificación de los cometas

Los cometas están constituidos principalmente por un núcleo, una coma y una cola. El núcleo es una mezcla sólida de hielo y polvo, cuyo tamaño puede variar de pocos cientos de metros a varios kilómetros de diámetro. Este núcleo es el corazón del cometa y cerca del sol, el calor lo transforma y forma la coma, una nube nebulosa compuesta por gas y polvo que rodea al núcleo. Finalmente, la cola emerge de la coma, apuntando siempre en dirección opuesta al sol debido al viento solar.

Su estructura química comúnmente abarca agua en estado sólido, metano, amoníaco, dióxido de carbono y otros elementos. Esta mezcla de constituyentes ha facilitado a los investigadores la elaboración de hipótesis acerca de la génesis de los astros primordiales.

Historia y mitología de los cometas

En distintas civilizaciones a lo largo del tiempo, los cometas han sido interpretados como presagios. En la China antigua, por ejemplo, se pensaba que los cometas anunciaban el derrocamiento de un gobernante o una catástrofe natural. Del mismo modo, los europeos medievales consideraban los cometas como señales funestas, fenómenos a los que se asociaban acontecimientos desfavorables.

De hecho, el célebre Cometa Halley, perceptible desde nuestro planeta aproximadamente cada 76 años, ha sido registrado surcando el firmamento desde la época de Babilonia. Este astro fue ilustrado en el Tapiz de Bayeux, obra del siglo XI, en una atmósfera de presagio infausto para la Batalla de Hastings.

Relevancia investigativa de los cometas

En el ámbito de la astronomía, los cometas son cruciales para comprender mejor nuestro sistema solar. Al estudiarlos, los científicos han podido especular sobre las condiciones en el universo primitivo. Misiones espaciales como la Rosetta de la Agencia Espacial Europea, que logró un hito al aterrizar una sonda en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, han proporcionado datos valiosos sobre la composición de los cometas y corroborado teorías sobre la formación de nuestro sistema solar.

Además, algunos científicos creen que los cometas podrían haber jugado un papel en el origen de la vida en la Tierra, al transportar moléculas orgánicas esenciales para la biogénesis durante los inicios del planeta.

Estudio de los cometas

Contemplar un cometa constituye una vivencia
admirable que posibilita la conexión con el universo.
Son eventos celestiales que no siempre se
manifiestan en la bóveda celeste, pero que al
hacerlo, brindan exhibiciones visuales impactantes.
El cuerpo celeste NEOWISE, perceptible en julio
de 2020, representa un caso actual de un cometa
visible sin instrumentos ópticos, desatando un fervor
mundial debido a su singularidad y hermosura.

La mejor forma de observar un cometa depende de su trayectoria y proximidad a la Tierra. Muchos aficionados a la astronomía utilizan telescopios o binoculares para seguir los detalles de la coma y la cola. Es esencial también estar al tanto de las alertas emitidas por observatorios astronómicos que indican cuándo y en qué parte del cielo será visible el próximo cometa.

En la sinfonía del cosmos, los cometas son mensajeros de tiempos remotos, transportando historias del pasado y secretos aún por desentrañar. No solo son una ventana al nacimiento de nuestro sistema solar, sino también un recordatorio de nuestra conexión con el universo. Como viajeros eternos, continúan sus órbitas alrededor del sol, eternamente presentes, esperando ser descubiertos y estudiados por generaciones futuras.

Por Nicolás Adomo