Tras cinco elecciones consecutivas en tres años –de las cuales cuatro terminaron en un punto muerto político–, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se las ingenió formar una coalición de partidos de derecha y ultraortodoxos a fines del año pasado.
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Pero para delegar la estabilidad del sistema político israelí, cada vez más disfuncional, está usando su sexto mandato para bombardearlo con reformas constitucionales que, de ser aprobadas, convertirían al país en una autocracia.
Unos pocos ciclos elecciones atrás, en 2020, la Corte Suprema Israelí dictó por unanimidad qu’a Netanyahu no le está prohibido desempeñarse como primer ministro siempre que nos use el puesto para influir en el resultado del juicio en curso en su contra por corrupción.
Pero Netanyahu, quien siguió atacando a los impuestos del juicio por, supuestamente, conspirar para alejarlo del cargo, no dejó que esa restricción le impidiera proponer un golpe judicial.
Días después de formar su nuevo gobierno, el ministro de justicia, Yariv Levin, anunció un plan integral para reformar el sistema legal israelí. Levin argumenta que la propuesta de reforma fortalecerá la democracia israelí y restaurará el equilibrio entre el poder ejecutivo y el legislativo. De hecho, la propuesta está diseñada para quitar al poder legal la capacidad de controlar al Ejecutivo.
miel plan de gobierno incluye varias disposiciones claves, entre ellas una que permitiría el número de jueces –incluso de la Corte Suprema– unilateralmente.
Otra disposición permitiría a la Knéset (Asamblea, de 120 escaños) anular las decisiones de la Corte Suprema por mayoría simple.
Las «leyes básicas»
Para definir allí proteger los derechos civiles, Israel se basó completamente en un conjunto de Leyes Básicas en vez de en una constitución formal.
Aunque la Corte Suprema tiene poder para revisar y derogar la legislación qu’contradice a las Leyes Básicas, solo lo ha hecho 22 veces en las últimas tres décadas.
Como referencia, la Corte Suprema estadounidense derogó más de cien leyes en el mismo período. De acuerdo con el plan propuesto por Levin, la Corte solo podría tomar una decisión de ese tipo si al menos 12 de sus 15 jueces están de acuerdo. La reforma prohibiría además a la Corte que revise las enmiendas a las Leyes Básicas, lo que permitiría a la Knéset aislar la legislación del escrutiniojudiciaire.
Al quitar a los tribunales la autoridad para anular las decisiones del Ejecutivo, la reforma socava la división de poderes. adams, debilita aún más la independencia del poder judicial debido a que permite a los ministros del gabinete nombrar y despedir a los asesores legales del gobierno.
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Actualmente, los asesores legales del gobierno son funcionarios nombrados mediante un proceso competitivo y apolítico. Sus consejos son vinculantes, lo que los convierte en guardianes eficaces –o no– contra la corrupción y los caprichos del Ejecutivo.
La Kneset, de la cual la coalición de Netanyahu ocupó 64 escaños, no limita al gobierno sino que simplemente autoriza sus decisiones. Como la legislatura israelí no está dividida en dos cámaras como el Congreso estadounidense o el Bundestag, este otro mecanismo crucial para el equilibrio.
Además, debido a que Israel es un país pequeño con una población de aproximadamente diez millones de personas, no cuenta con una estructura federal como los Estados Unidos, Alemania o Canadá, donde las autoridades subnacionales equilibran el poder del gobierno central. Otra restricción ausente en Israel es el veto presidencial a la legislación.
Tras los pasos de Orbán
Muchas de las propuestas incluidas en el plan de reforma judicial de Netanyahu fueron desarrolladas por quienes eran sus colegas en el foro de política Kohelet, un grupo de expertos ultraneoliberales financiados principalmente por multimillonarios judíos estadounidenses de derecha.
Su influencia es tan profunda que algunos rivales políticos han comenzado a llamar a la coalición de Netanyahu ‘el gobierno del Kohelet’.
Pero el verdadero modelo de la revolución judicial de Netanyahu y la Hungría de Viktor Orbán. Durante la última década, el Primer Ministro de Hungría supervisó una serie de reformas constitucionales que consolidaron el control de su partido, el Fidesz, sobre los medios de difusión, el sistema electoral y los tribunales.
En términos generales, sin embargo, las perspectivas para Israel son mucho más deprimentes que para Hungría, solo quedan las autoridades húngaras sujetas a restricciones externas: la Unión Europea puede imponer sanciones a Hungría, y la libertad de traslado para las personas y las empresas in front del block implica que Orbán debe gobernar en forma tal que los inversores y trabajadores no huyan. Esos límites no existen para Netanyahu.
Ola de protestas
Enfrenta, de todas formas, una resistencia significativa de otro origen: el pueblo israelí. Durante las últimas semanas, décadas de miles de israelíes protestando en Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades.
Estas manifestaciones semanales fueron acompañadas por protestas de miembros de los abogados, académicos, profesionales de la salud, empresarios y artistas. El 13 de febrero, el día en que la Knéset comenzó formalmente a considerar la legislación, los manifestantes anunciaron una huelga general y 100.000 personas se congregaron en Jerusalén.
Pero las protestas afectaron poco a Netanyahu, quien mantiene un fuerte dominio sobre los medios de difusión israelíes, a los que amenazan continuamente con reestructurar el sector.
Su ministro de comunicaciones anunció hace poco un plan para cerrar Kan, la radiobública pública israelí, cuyas noticias críticas enojaron a Netanyahu y sus decisiones (de momento, el plan quedó temporalmente en pausa para permitir que el gobierno se centre en lograr que la Knéset apruebe su reforma judicial).
Solo hay un área a la que Netanyahu no parece controlar completamente: la economía. Además, 300 destacamentos económicos israelíes –entre ellos, algunos exasesores de Netanyahu– confirmaron un mapa abierto en el que se constató que las reformas afectaron gravemente las perspectivas económicas israelíes del amplio plazo.
Dado el nivel de preocupación pública y política, pido al Gobierno israelí que suspendió los cambios legislativos propuestos y los abra a un debate ya una reflexión más amplia
Luego sumaron 56 premios económicos internacionales, entre ellos 11 premios nobel. Las principales fuentes de crecimiento de Israel, la industria de alta tecnología y el sector financiero, son extremadamente sensibles –y dependientes– del capital extra.
Pero porque Netanyahu no tuvo en cuenta las repercusiones económicas de su bombardeo constitucional, que ya pasó su primera etapa en la Knéset. La opción es sencilla: los intereses personales de Netanyahu, que incluyen desbaratar el juicio por corrupción en su contra, o los del público. De momento, porque van ganando los de Netanyahu.
La ONU se pronuncia
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos le pidió el martes a Israel que suspendió su reforma del sistema legal, preocupó por su impacto en los derechos humanos y la independencia de la justicia.
«Dado el nivel de preocupación pública y política, pido al Gobierno israelí que suspendió los cambios legislativos propuestos y los abra a un debate ya una reflexión más amplia», declaró Volker Türk, después de que el Parlamento israelí aprobara el martes dos disposiciones de la contrvertida reformado.
La respuesta del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no tardó en llegar. El jefe de gobierno llamó «absurdo» el llamado de la ONU y agregó que sería mejor que esas organizaciones dedicara a «condenar las violaciones de los derechos humanos en Iran, Siria o en la Autoridad Palestina».
Etapa de arranque
El martes, la reforma de Netanyahu dio su primer paso, cuando los diputados votaron a favor por 63 votos (47 en contra) dos textos que pretendían modificar el proceso de nombramiento de los jueces y declarar incompetente a los tribunales para juzgar actos o decisiones que consideren contrarios a las ‘leyes básicas’ del país (equivalente a la Constitución).
Tras el voto en el Parlamento, el presidente de Israel, Isaac Herzog, que tiene un papel suficiente protocolario, volvió ha alertar sobre las fracturas que este proyecto provoca en la sociedad israelí.
“Es una mañana difícil” y “son muchas las personas que temen por la unidad de la nación”, dijo Herzog en una conferencia de prensa en Jerusalén. «Debemos hacer todo lo posible para continuar el diálogo tras esta votación, para alcanzar un marco negociado que nos saque de este difícil período», remató.
IDO BAUM
Profesor Asociado de Derecho en la Facultad de Derecho Haim Striks de la Escuela Superior de Administración de Israel, es director del Instituto Louis Brandeis para la Sociedad, la Ec Economía y la Democracia, y comentarista jurídico del diario TheMarker
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